sábado, 1 de mayo de 2010

¿A la deriva y sin rumbo?

Búsqueda del “sentido” desde las aulas
Por: César Manuel Chapoñán Damián
Educador y comunicador social

“No tener un por qué estudiar es como navegar sin brújula, sin nociones de cartografía en el mar de la vida"


Aunque parezca inadmisible, muchos deambulamos por este trance terrenal sin ser conscientes o autoconscientes de las capacidades personales y sociales de las que poseemos. Análogamente, somos como un velero que se hace a la mar sin un punto de destino y que se disipa en el océano de la vida.


El motivo de esta antítesis, se debe a que muchos y muchas no hemos encontrado ese “sentido”, ese por qué de nuestra existencia como estudiantes y en general como personas o comunidad; pues, se han internalizado paradigmas enciclopedistas y valores superfluos donde lo significativo es decolorado o vedetizado, mayoritariamente, por los medios de comunicación quienes crean realidades no siempre reales o de trascendencia social.

Se suma a esta miopía de niveles siderales, la informalidad con la que muchos venimos desarrollando nuestras actividades en las escuelas. Buscar ese “sentido”, debe constituirse en una cruzada; pues a partir de ello, los alumnos y alumnas construirán sus aprendizajes de manera más consciente y significativa. Encontrar ese “sentido” sería como localizar y encender ese motor de “Horse Power”, sería como frotar la lámpara maravillosa donde emergerá ese genio que todos llevamos dentro.


Una iniciativa experimental, que contribuiría en esta búsqueda, aunque podría sonar a blasfemia contra lo tendencia vigentes, sería la elaboración de un programa psicopedagógico en la que el educador considere desde la elaboración de un plan de vida, hasta el afianzamiento de los diferentes procesos mentales internos: atención, concentración, relajación mental, memorización eficaz, creatividad y en especial técnicas de motivación.

En suma, si requerimos de ciudadanos saludables, conscientes de sus capacidades y sobretodo “humanos”; es indispensable responder a la pregunta de el por qué estudiar; es imperioso encontrar desde las aulas, ese “sentido” de su existencia que le permita emerger y mejorar su aprendizaje. Identificando ese motor o elemento motivador les permitirá a los alumnos y alumnas navegar en la modernidad o en cualquier contexto social con efectividad, solvencia y sin frustraciones. Claro aquí la pericia del educador cumple un rol de primer orden. Éxitos.

“Aquel que tiene un porqué, puede sobrevivir a cualquier cómo” – Nietzsche.

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