Por: César Manuel Chapoñán Damián
La educación inclusiva es un proceso de integración de los niños y niñas con necesidades educativas especiales (NEE) a las escuelas regulares con la finalidad de ser influidos positivamente por el contexto.La educación inclusiva no debe ser entendida como un esnobismo, sino como una filosofía de vida o una tendencia mundial en favor de los personas con discapacidad, en la que se pretenda incorporarlos a la sociedad y así acortar la brecha de exclusión y restituirles su dignidad.Para lograr con este noble propósito, se debe comprender que ellos tienen los mismos derechos y oportunidades. Además, ser conscientes que ellos son personas con talentos diferentes y que es necesario entender sus limitaciones para atenderlos de manera diferenciada.Si queremos un sociedad con mayor inclusión, es necesario cambiar nuestra actitud como ciudadanos y como seres humanos. No hay que perder el horizonte: este mundo es de todos y para todos. En esta tarea se requiere el apoyo de diferentes agentes: políticos, educadores, comunicadores y especialmente de la familia.Hay que advertir que la familia es un espacio oportuno y adecuado para internalizar las normas de convivencia social, especialmente, la tolerancia y el respeto por los demás. Es un lugar privilegiado donde se enseñe a valorar la solidaridad y a desterrar la discriminación negativa. En la familia no solo se produce una interrelación de personas, sino desempeña un rol fundamental donde se busca que sus integrantes crezcan humanamente.Si la familia tuviere un integrante con algún tipo de discapacidad, se debe tener presente que también se constituye en una familia inclusiva y, por ende, debe empezar a aceptar a su integrante y no darle la espalda o avergonzarse de él, pues la inclusión comienza en casa.
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