El miedo es real y todos nosotros lo sentimos en determinada circunstancia de nuestra vida, es el enemigo número uno del éxito. El miedo impide a la gente aprovechar oportunidades, ya que no nos arriesgamos a emprender nuevos retos, y, muchas veces, el miedo nos cierra la boca cuando usted quiera hablar.
La acción vence el miedo. Defina bien su miedo y entonces trate de realizar la acción constructiva. La inacción (no hacer nada respecto a una situación) reafirma el temor y destruye la confianza en sí mismo.
Haga un supremo esfuerzo para depositar solo pensamientos positivos en su banco de memoria. No permita que los pensamiento negativos, cizañosos y de menosprecio hacia sí mismo crezcan hasta convertirse en monstruos mentales. Sencillamente, no se permita recordar hechos y situaciones desagradables.
Considere a la gente desde la perspectiva adecuada. Recuerde, las personas tienen muchas semejanzas, muchísimas más de las diferencias que puedan tener. Fórmese una idea equilibrada de los demás. No son más que otros seres humanos.
Hay que habituarse a hacer lo que su conciencia apruebe. Esto previene el desarrollo de un dañino complejo de culpabilidad. Hacer lo que es debido, es una regla sumamente práctica para lograr el éxito.
Intente expresarse de la siguiente manera: “Siento confianza, me siento verdaderamente confiado.” Además, practique técnicas sencillas en sus actividades diarias: siéntese adelante, establezca el contacto visual, camine 25 % más aprisa, hable alto y sonría sin medida.
Tenga presente que la gente que no posee un profundo sentimiento de su propia importancia está destinada a la mediocridad, por eso, practique el autoelogio de elevación. No practique el autocastigo de empequeñecimiento.
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