jueves, 6 de diciembre de 2012

Utilicemos el silencio para comunicarnos

El silencio también es comunicación. Según Luis Hernán Ramírez, no solo nos comunicamos a través de palabras y gestos, hay silencios elocuentes. Cabe aclarar que este tipo de silencio es esperado o intencional y que está cargado de sentido.


De acuerdo al contexto o a la situación comunicativa, el silencio adquiere diversos significados: el silencio del interlocutor que escucha con interés, quien escucha con desacuerdo o asombro, el que escucha una plática con indiferencia, el silencio de la esposa enojada, el de los anfitriones que esperan que un visitante se marche, o como parte de guion para crear suspenso en una escena, etc.

Se debe resaltar que existe una gramática de los silencios, así como de los sonidos y no todos lo conocen. A veces el silencio puede ser más elocuente que mil palabras. No pensemos que siempre debemos tener una palabra en nuestra boca, muchas veces lo que la otra persona necesita es hablar, ser escuchada e incluso poderse oír. Permitamos ese espacio y estaremos contribuyendo a una mejor comunicación.

Suele ocurrir a menudo que cuando asistimos a un funeral de algún pariente pensamos que debemos dar mil palabras de consuelo, quizá lo que los dolientes están esperando es una mirada de ternura y un rato de silencio de nuestra parte.

Permanecer en silencio, cuando sea necesario, nos permitirá también analizar de una mejor manera lo que la otra persona nos está comunicando y, por ende, pensar en una mejor respuesta de nuestra parte. Pero no escuchemos como quien está “perdido en el espacio”, pues no se trata de eso, prestemos atención como si fuera lo último que vamos a escuchar en nuestra vida, detengámonos en ese instante, ya que puede ser vital para el otro.

En suma, el silencio no es solo el contrapunto necesario a la palabra, sino un elemento de comunicación en sí mismo, cuyo valor puede llegar a equipararse al de la palabra. No en vano el silencio es, después de la palabra, el segundo poder del mundo.

   

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