Las personas desafortunadas sufren de una enfermedad del pensamiento que va menguando la mente llamada excusitis. Las cuatro formas de excusitis más comunes son:
1. Es que mi salud no es buena. La “mala” salud, bajo mil ropajes diferentes, se usa como excusa del fracaso de una persona con respecto a lo que desea.
2. La excusitis de inteligencia o el “yo no tengo la capacidad” es algo muy común. La diferencia entre los muy afortunados y los muy desafortunados se reduce, finalmente, a la diferencia de actitudes o a la diferencia del manejo del pensamiento.
Al respecto, existen las siguientes maneras de curar la excusitis de la inteligencia: Nunca subestime su propia inteligencia, concéntrese en sus ventajas. Desarrolle una actitud de ganador. Utilice su inteligencia de una manera creativa y positiva.
3. No funciona. Soy demasiado viejo (o demasiado joven). La excusitis de la edad. Recomendaciones para contrarrestar la excusitis de edad: Mire su edad actual de manera positiva. Adquiera el entusiasmo y el sentir de la juventud.
4. Pero mi caso es distinto; yo atraigo la mala suerte. Las personas que alcanzan la cima en cualquier ocupación llegan ahí porque tiene actitudes sobresalientes y usan su buen juicio en un trabajo esmerado y arduo.
Dos maneras de vencer la excusitis de suerte: Acepte la ley de la causa y efecto. Eche otro vistazo a lo que parece ser la “buena suerte” de alguien. Encontrará que lejos de ser suerte, es preparación, planeación y un pensamiento que propicia el éxito.
No sea iluso. No derroche su energía mental en soñar una manera fácil de lograr el éxito. El éxito es resultado de la realización, no cuente con la suerte para conseguir promociones y triunfos. En vez de eso, concéntrese en desarrollar cualidades que le puedan hacer un ganador.
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