Como personas cometemos la humana y la lamentable equivocación de esperar la gratitud de los demás. No tener en cuenta este punto, es como desconocer la naturaleza humana. El Dr. Samuel Johnson dijo: "La gratitud es un fruto que exige mucho cultivo. No cabe encontrarla entre gente tosca".
Si usted salvara a un hombre la vida, ¿esperaría su agradecimiento? Puede usted esperarlo, pero la mayoría no suele acordarse de dar las gracias. Según Carnegie, Cristo sanó a diez leprosos en una tarde, pero ¿cuántos de estos leprosos se detuvieron para darle las gracias? Solo uno. Cuando Cristo se volvió hacia sus discípulos y preguntó: "¿Dónde están los otros nueve?", todos ellos habían desaparecido.
Así son las cosas. La naturaleza humana ha sido siempre naturaleza humana y no es probable que cambie mientras nosotros vivamos. Entonces ¿por qué no aceptarla? Por qué no ser realista en relación con ella como el bueno de Marco Aurelio, uno de los hombres más juiciosos que haya gobernado jamás el Imperio Romano. Marco Aurelio escribió en su diario: "Voy a verme hoy con personas que hablan demasiado, que son egoístas y desagradecidas. Pero no me sorprenderé ni molestaré, porque no me imagino un mundo sin personas así".
Esto es lógico, ¿no es así? Si usted y yo vamos por ahí gruñendo contra la ingratitud, ¿a quién cabe culpar? ¿Es esto naturaleza humana o ignorancia de la naturaleza humana? No esperemos gratitud. Después, si en un momento dado la conseguimos será una sorpresa deliciosa. Si no la conseguimos, no sentiremos molestia alguna.
En conclusión, es natural que las personas se olviden del agradecimiento; por tanto, si esperamos gratitud, vamos directamente hacia muchos pesares. No nos preocupemos por la ingratitud, no la esperemos; por el contrario, hay que dar por el placer de dar.
jueves, 6 de diciembre de 2012
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