Con el Síndrome de Peter Pan se les conoce a los adultos que
continúan comportándose como niños o adolescentes y no son capaces de asumir la
responsabilidad de sus actos. Serían personas que se niegan a crecer presentando
una marcada inmadurez emocional, matizada por una fuerte inseguridad y un gran
temor a no ser queridos y aceptados.
Como podrán presuponer, el nombre proviene del conocido
personaje de la literatura infantil creado por James Matews. No obstante, la
primera vez que se relacionó el nombre de Peter Pan con un problema emocional
fue en el año 1966, cuando el psiquiatra Eric Berne lo utilizó para indicar al
niño que todo adulto lleva dentro y que solo se preocupa por satisfacer sus
propias necesidades.
¿Cuáles son sus principales síntomas?
·
Aunque los adultos han llegado a la treintena o
incluso rondan la cuarentena de años continúan comportándose como niños
pequeños.
·
Se siente altamente seducido por la juventud,
etapa que suele tener idealizada intentando negar su madurez. Ellos tienen miedo
a la soledad, son altamente inseguros y con baja autoestima.
·
Su actitud se centra en recibir, pedir y
criticar, pero no se molesta en dar o hacer. Ni lo que le pueda suceder a las
personas a su alrededor.
·
No adopta la responsabilidad por sus actos,
mientras que los otros deben hacerlo por él.
Generalmente, estas dificultades tienen su origen en la
niñez, cuando el pequeño experimentó una carencia afectiva. Al crecer, estas
personas continúan sintiéndose desprotegidas y angustiadas frente a lo
desconocido.
Por tanto, quien padezca de este síndrome necesita a su lado
a otra persona que satisfaga sus necesidades, muchas veces, este rol es
encarnado por los progenitores, un hermano mayor o la pareja.
Sin lugar a dudas, todos tenemos un pequeño Peter Pan dentro
y pretender erradicarlo totalmente sería algo bastante demencial; pero este
lado infantil no puede impedirnos crecer, asumir la responsabilidad por
nuestras decisiones y continuar el camino hacia la adultez.
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