Saber expresarse oralmente es una necesidad, pues más nos comunicamos de manera oral que escrita. En el ámbito informal, la utilizamos desde que nos levantamos, mediante el saludo de buenos días hasta que nos acostamos. En el ambiente formal, se debe tener mucho cuidado, ya que a través de la manera cómo hablemos se nos juzgará.
En seguida, algunos consejos para tener en cuenta cuando nos expresemos ante nuestros interlocutores:
Un discurso sin conocimiento del tema solo será charlatanería. Por eso, no olvides de conocer o profundizar más sobre el tema.
Es bueno, antes de empezar tu discurso, mirar al público durante unos segundos y esbozar una sonrisa natural. Te recomendamos, mirar a la audiencia mientras estés hablando y pasear la mirada por todo el auditorio.
Sé un buen observador, detecta los signos de aburrimiento de tu público: cruzar las manos, bostezar, mirar al reloj… cuando detectes estas señales es cuando debes motivar a tus oyentes.
Si pierdes el hilo de la exposición no improvises una salida genial. Mantén la compostura y consulta tus notas. Responde claramente y asegúrate de que el interlocutor ha quedado satisfecho. Si no conoces la respuesta promete encontrarla. Sé sincero, uno no lo sabe todo.
Haz participar a tus oyentes, realízale preguntas directas y abiertas. Llámalos por su nombre. Si te preguntan, no cortes la información bruscamente, sé un buen oyente.
En suma, la imagen del expositor debe resultar simpática y empática. Ten cuidado con la muletillas y los términos trillados. Si te equivocas no es necesario que te disculpes o digas “perdón”. Repite, tranquilamente, la última frase ahora sí con la palabra bien pronunciada y listo.
Recuerda que el mejor lenguaje es el directo, afirmativo y coloquial. Sé cortes en todo momento y agradece por la asistencia y la atención prestada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario