Hay una característica en nuestra naturaleza humana, no nos gusta recibir órdenes ni que nos llamen la atención, por eso, hay que ser muy sutiles con los demás si queremos llevarnos bien con ellos o influir en su conducta.
Ida Tarbell, decana de los biógrafos norteamericanos, reveló uno de los aspectos de la personalidad de Owen D. Young. Ella entrevistó a un hombre que durante tres años trabajó en el mismo despacho que el Sr. Young. Este hombre declaró que en todo ese lapso no oyó jamás al Sr. Young dar una orden directa a nadie. Siempre daba indicaciones, no órdenes. Nunca decía, por ejemplo: "Haga esto o aquello", o "No haga esto". Con frecuencia, después de indicar algo decía: “¿Qué le parece esto?,¿"cómo podemos mejorarlo?, ¿qué sugieres?
Una técnica así facilita a cualquiera la corrección de sus errores. Una estrategia así, salva el orgullo de cada uno y le da una sensación de importancia. Le hace participar de la solución o querer cooperar en lugar de rebelarse.
Si actuamos dando órdenes a diestra y siniestra, provocaremos un resentimiento que puede durar mucho tiempo, aún cuando la orden haya sido dada para corregir una situación evidentemente mala.
Hacer preguntas no solo vuelve más aceptables las órdenes, sino que con frecuencia estimula la creatividad de la persona a quien se le pregunta. Es más probable que la gente acepte con gusto una orden, si ha tomado parte en la decisión de la cual emanó la orden.
jueves, 1 de noviembre de 2012
Haga preguntas en vez de dar órdenes
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