miércoles, 14 de noviembre de 2012

Evitemos las falacias cuando argumentemos

Una falacia es un razonamiento no válido o incorrecto, pero con apariencia de razonamiento correcto. Es un razonamiento engañoso o erróneo (falaz), pero que pretende ser convincente o persuasivo. Actualmente, las falacias son entendidas como infracciones a las reglas del debate o la argumentación.


El asunto es aprender a esquivarlas en nuestro discurso o neutralizarlas para no perder la confianza o la credibilidad de nuestros oyentes, ya que las falacias son razonamiento que vulneran alguna regla lógica. Así, por ejemplo, se argumenta de una manera falaz cuando en vez de presentar razones adecuadas en contra de la posición que defiende una persona, se la ataca y desacredita: se va contra la persona sin rebatir lo que dice o afirma. Otro tipo de falacia son las generalizaciones precipitadas: «A todo el mundo le gustó la película».

En seguida, otras falacias que no debemos utilizar en nuestra argumentación:

Falacia reductiva: Este error lógico se comete cuando se trata de «reducir» algo complejo a algo muy sencillo, afirmando que «esto no es más que...», concentrándose en un aspecto limitado del fenómeno global.

Falacia del uso indebido de la autoridad (Argumentum ad Verecundiam): Este error lógico se comete cuando se cita a un experto en un tema como dando por supuesto que la opinión del experto es infalible. "Según el alcalde, lo mejor para la salud de los ciudadanos es asfaltar todas las plazas de la ciudad".

Falacia del uso indebido de términos emocionales: Este error lógico se comete cuando se emplean palabras que tienen la intención de ofuscar, emocionalmente, el tema tratado no contribuyendo a una clara reflexión. “Los mineras están matando nuestro sembríos”.

Falacia Argumentum ad Baculum: Este error lógico se comete cuando se emplea la fuerza o la intimidación en lugar de la razón y de la argumentación. «Debes creer en Dios, porque si no lo haces irás al infierno»).

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