Todos hemos vivenciado, en alguna
oportunidad, la irresponsabilidad cuando
alguien no cumple lo que promete. La responsabilidad (o la irresponsabilidad)
es fácil de ser detectar en la vida diaria, especialmente, en su faceta
negativa: la vemos en el carpintero que no llegó a dejar el trabajo
encomendado, el estudiante que tiene no cumplió con las asignaciones y, en
casos más graves, en el funcionario público que no ha cumplido con lo que
prometió o que utiliza los recursos públicos para sus propios intereses.
Sin embargo plantearse qué es la
responsabilidad no es algo tan sencillo. Un elemento indispensable dentro de la
responsabilidad es cumplir un deber. La responsabilidad es una obligación, ya
sea moral o incluso legal de cumplir con lo que se ha comprometido.
La responsabilidad tiene un efecto directo en
otro concepto fundamental: la confianza. Confiamos en aquellas personas que son
responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen
lo prometido.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues
al cumplir una obligación de cualquier tipo no es generalmente algo agradable,
implica esfuerzo.
CÓMO MEJORAR NUESTRA RESPONSABILIDAD
1. Percatarnos de que todo cuanto hagamos,
todo compromiso, tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos.
2. Lograr de manera estable, habitual, que
nuestros actos correspondan a nuestras promesas. Si prometemos “hacer lo
correcto” y si no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad.
3. Educar a quienes están a nuestro alrededor
para que sean responsables. La actitud más sencilla es dejar pasar las cosas.
Hacer yo mismo el trabajo de la persona que no cumplió, despedir al empleado,
romper la relación afectiva. Este camino es fácil, pero tiene su propio nivel
de responsabilidad, porque entonces nosotros estamos siendo irresponsables al
tomar el camino más ligero.
Si todos hacemos un pequeño esfuerzo en vivir
y corregir la irresponsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro
mundo serían diferentes. ¿No lo crees?
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