Una simple pregunta ¿qué va a ser de mi vida
a partir de hoy en adelante? puede resultar decisiva en la vida de cualquier
persona. Dejemos las cosas que nos pasaron y que se constituyen en anclas en
nuestro presente. Ten presente que en esta vida no perdemos, solo ganamos y
aprendemos, por eso, hay que extraer de cada obstáculo una lección de vida.
Si en nuestra vida queremos realizar pequeños
cambios, puede que nos baste con esforzarnos un poco más en mejorar nuestra
conducta y luchar contra nuestros defectos, pero si aspiramos a un cambio
importante, es preciso cambiar el modo de ver las cosas: un cambio de actitud
frente a la vida.
Muchas veces, cuando una persona sufre un
accidente grave, o afronta una crisis, o pasa por la prueba de la enfermedad y
del dolor, y de pronto ve sus prioridades bajo una luz diferente se produce recién
un cambio en el modo de ver las cosas. Pero no esperemos a que algo fuera de lo
normal nos haga cambiar y ver la vida desde otro ángulo, por qué esperar si podemos
hacerlo ahora, a partir de estos momentos.
Ver las cosas de modo distinto nos permite no
echarle la culpa de los aciertos o desaciertos a los demás, a la educación,
ambiente en el que crecimos, país de origen, siempre pensando que el problema
está fuera de nosotros, alejando rápidamente de nuestra cabeza la posibilidad
de esforzarnos en serio por erradicar un determinado defecto o limitación.
Recuerda que nadie va a vivir por ti, tú eres
el único responsable de ti mismo. Por eso, un cambio de actitud contribuirá
hacer de nuestra vida una obra de arte o pasar desapercibido por este mundo. Este
cambio de actitud debe estar en concordancia con las tres “R” y que deben regir
en la filosofía de nuestras vidas: “Respeto a nosotros mismo, respeto por los
otros, responsabilidad por nuestros actos”.
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