jueves, 31 de enero de 2013

Su cuerpo también habla



Los ademanes son personales y únicos, y no pueden ni deben cambiarse. Cuando esté frente al público recuerde nuestra regla de oro: “Sea Ud. mismo, mire al público como mira a un amigo y exprésese con todo el cuerpo”.

Olvídese de los movimientos ensayados de su cara, de sus manos y de sus brazos. Exprese, naturalmente, lo que dice con todo su cuerpo y nunca va a equivocarse.

Con la misma natural alegría, sin afectación, comience un diálogo sereno. El único punto de contacto entre los que intervienen en el mismo será la mirada. A través de ella, vamos a mostrar nuestra coincidencia, nuestro agrado o desagrado, nuestro interés o nuestro aburrimiento. Solo con mirarnos sabremos si estamos comunicados o ausentes, alegres o tristes, complacidos o disgustados.

Solo mirando al auditorio se puede medir la intensidad de la atención y su calidad (escucha activa), por eso, siempre recomendamos que cuando usted esté al frente de cualquier charla o exposición mire al público como mira a un amigo, pues la observación visual de nuestro auditorio es un feedback, un continuo vaivén.

Ives Furet establece al respecto una acertada comparación con la conducción de un automóvil. “La mirada juega con la expresión oral, el mismo papel que para el conductor de un automóvil. Ella es la que posibilita que nos demos cuenta cuándo hay que acelerar o frenar, la que nos impone las señales y por su intermedio sabremos si estamos o no en la ruta acertada que nos conducirá al fin que buscamos”.

En suma, hay que ser auténtico y natural, tener en cuenta la mirada y expresarse con todo el cuerpo. No hay que olvidar que el estilo de la oratoria contemporánea se puede describir como una conversación con el público, mucho más informal que el estilo retórico y pomposo que caracterizaba a la disertación pública en el pasado.




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