jueves, 31 de enero de 2013

Hay que retomar la siesta

Si descansamos antes de cansarnos, entonces añadiremos una hora diaria a nuestra vida activa. La información que se pretende transmitirles es que si descansamos, estaremos previniendo la fatiga que merma nuestro trabajo.


Daniel W. Josselyn, en su excelente libro Why Be Tired (¿Para qué cansarnos?) observa: "Descansar no consiste en no hacer absolutamente nada. Descansar es reparar". Hay tanto poder de reparación en un breve período de descanso que hasta un sueñecito de cinco minutos ayuda a impedir la fatiga.

Al respecto, Connie Mack, el gran veterano del béisbol, comentaba que si no echaba una siesta de tarde antes de un partido, se sentía completamente fatigado para el quinto tiempo. Pero si dormía un poco, siquiera cinco minutos, resistía los partidos más duros sin cansancio alguno.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, muy cerca de los setenta años de edad, pudo trabajar dieciséis horas diarias dirigiendo los esfuerzos de guerra del Imperio británico. ¿Su secreto? Trabajaba en la cama cada mañana hasta las once, leyendo informes, dictando órdenes y llamando por teléfono. Después de almorzar volvía a la cama y echaba una siesta de una hora. Al anochecer, volvía a la cama una vez más y dormía dos horas antes de cenar a las ocho. Prevenía la fatiga o el cansancio, como descansaba frecuentemente podía trabajar diariamente muy fresco y en condiciones hasta muy pasada la medianoche.

Si no puede usted echar una siesta a mediodía, trate por lo menos de acostarse durante una hora antes de la cena. Resulta a cuenta, porque una hora de siesta antes de la cena más seis horas de sueño durante la noche —un total de siete horas— le hará mejor que ocho horas de sueño ininterrumpido.

En suma, la siesta que era costumbre de algunos años atrás, es necesario retomarlo para prevenir el cansancio crónico, pues descansando por intervalos optimizaremos nuestra capacidad productiva.

 

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