La mayoría de intelectuales reconocen, en la capacidad de crear del hombre, el aspecto esencial que ha podido mejorar la humanidad, avanzar y desarrollarse, transformando todos los aspectos de la vida.
En esta transformación, han participado y participan numerosas personas, con habilidades distintas. La primera tarea del emprendedor es tener la visión de la oportunidad y su misión es transformar esa oportunidad en realidad. La figura del emprendedor, dentro de la cadena de transformación de las actividades, es una de las más importantes.
En esa situación, científicos de numerosos países discuten sobre cuáles son las bases para desarrollar emprendedores. Sobre este punto, aparecen tres líneas principales: el emprendedor personal, el social y el reticular.
La figura del emprendedor personal plantea que esa capacidad está en su misma base y surge como consecuencia de su desarrollo, aquí se incluye la familia. Esta hipótesis plantea la importancia de los padres en el desarrollo del espíritu emprendedor de los hijos, así como la importancia de la educación.
Otro punto de vista, basado en la observación de que determinadas comunidades son más emprendedoras que otras, plantea que existe una causa social que explicaría el espíritu emprendedor, es decir, existen grupos donde se ha desarrollado más dicho espíritu: naciones como la judía y en nuestro Perú, el común es considerar a los sureños como más emprendedores que los norteños.
Finalmente, la perspectiva reticular plantea que el espíritu emprendedor surge como consecuencia de facilitar a las personas el acceso a la información y reducir los costes de los recursos necesarios para empezar los proyectos (zonas donde los servicios empresariales están más desarrollados).
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