martes, 1 de enero de 2013

¿El amor es resultado de la ausencia del ‘celo’?


¡El amor!... ¿De dónde viene, quién lo infundió en nuestros corazones? Una moderna teoría antropológica nos da una pista muy sugerente.

Hay un hecho curioso en la naturaleza: la mujer es el único mamífero que no tiene “celo”, es decir, no da señales externas de su fertilidad. En los días de la ovulación, la mujer no indica de ninguna manera que puede ser fecundada.

Quien tenga una gata o una perrita sabe lo que ocurre durante la época del celo. La región genital emana un “aroma” que excita a los machos de las cercanías.En las manadas de mamíferos, estos olores provocan violentas luchas entre los machos.

De esta forma, la naturaleza asegura que los más fuertes y adaptados, sean los que hereden el mejor patrimonio genético. Si así es la situación ¿por qué las mujeres no tienen eso que sedenomina como “celo”?

Si queremos encontrar una explicación a este cambio evolutivo, debemos retroceder a nuestros antepasados, hace unos 4 millones de años. Las hembras de aquellos primeros homínidos sí tenían celo.

Imaginemos que en este grupo de homínidos nace una hembra con una mutación: el de no tener celo. ¿Qué ocurriría? Sucedería que al macho dominante no le interesaría aparearse con esa hembra extraña que no anuncia su fertilidad. Esto dio oportunidad a otro macho de menor categoría, al no encontrar oposición por parte del jefe, este se habrá unido a la hembra despreciada.

Aquella hembra no tenía celo, pero era fértil. Por ley de herencia, sus hijas habrán nacido con la misma mutación que ella: no tener celo. Y precisamente por no tener celo, estas hembras habrán podido distanciarse del macho dominante y establecer relaciones con los otros machos del grupo.

Así, nacieron las primeras parejas estables.Muy probablemente, este fue el origen del amor. Porque rota ya la dictadura del celo, los machos podían fijarse en otros atributos de la compañera. Y las hembras, podían escoger al compañero que más les gustara.


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