jueves, 31 de enero de 2013

Si quieres convencer tienes que dramatizar las ideas


Si queremos persuadir o llamar la atención tenemos que dramatizar los hechos, pues no basta con decir una verdad, hay que hacerla vívida e interesante.

Los comerciales de televisión muestran abundancia de ejemplos del uso de las técnicas dramáticas para vender productos. Siéntese una noche delante de su televisor y analice lo que hacen los publicitarios en cada una de sus presentaciones. Notará cómo un medicamento antiácido cambia el color de un ácido en un tubo de ensayo, mientras el producto de la competencia no lo hace; cómo una marca de jabón o detergente limpia una camisa engrasada, mientras otra marca la deja percudida.

Pero no solo pueden dramatizarse las ideas en la publicidad, sino también en los negocios y en cualquier otra área de la vida. Un ejemplo es el que se refiere a continuación: Un vendedor de una bodega tenía una caja registradora muy anticuada que no permitía que avanzara en la cobranza. Un cliente le dijo: "Usted está literalmente tirando centavos a la calle cada vez que un cliente se pone en fila”. Y al decirlo, arrojó hacia la puerta un puñado de monedas. Eso captó la atención de inmediato. Las meras palabras no le habrían resultado demasiado interesantes, pero el sonido de las monedas en el piso despertó de veras su interés. Y logró su pedido: remplazar la vieja máquina".

Dramatizar las ideas también funciona en la vida doméstica. Cuando el novio clásico le proponía matrimonio a su chica, ¿lo hacía con meras palabras? ¡Claro que no! Se ponía de rodillas. Eso significaba que hablaba en serio. Ya no nos ponemos más de rodillas, no obstante, muchos novios siguen prefiriendo una atmósfera romántica antes de lanzar esta gran pregunta.

Dramatizar lo que queremos también da resultado con los niños. Un señor “X” tenía dificultades para lograr que su hijo de cinco años y su hija de tres recogieran los juguetes, por lo que inventó un "tren". El señor “X” era el maquinista y los hijos los vagones. De este modo, se juntaban todos los juguetes: sin retos, amenazas ni discusiones.



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